Fernando González Urbanega | Los impuestos son el precio de la civilización. Es obligatorio y obligatorio, porque si no lo es, los potenciales contribuyentes lo eludirán con excusas personales. La teoría fiscal rechaza los impuestos que se dirigen a actividades específicas. La doctrina dice que los buenos impuestos son generales, fáciles de entender, fáciles de recaudar y justos. Y la turbulencia financiera viene cuando se complica, cuando se crean excepciones, bonificaciones, créditos fiscales y otro tipo de impuestos por cada NIF, abanderados por grupos de interés, y distorsionan el fin último: la recaudación de impuestos por el bien común.
El deseo de recaudar impuestos reside en todo gobernante, incluso en aquellos que pretenden querer reducir la carga tributaria. Rajoy, que había anunciado la bajada de impuestos, subió los impuestos sin descanso: y Zapatero, que parecía aficionado a los impuestos, supo contenerse. El juicio es gasto; A los políticos les gusta repartir, sobre todo porque lo hacen con dinero ajeno. Y para ganar dinero hay que rebajar impuestos y restar odios, lo que lleva al sesgo judicial de hacer que los ricos, los grandes, paguen por la mayoría y el repartidor.
Un impuesto destinado al bien común (como la salud o la educación) tiene mejor apariencia y justificación que el impuesto general tradicional, que se paga por el bien común, en el erario público. Políticos con poca experiencia, con pensamiento indisciplinado, a menudo recurren a ideas engañosas para recaudar dinero. Un gobierno anterior ideó el llamado «céntimo sanitario» como recargo por combustible para financiar la atención médica. ¿Cómo puedes rechazar algo para un propósito tan noble?
El céntimo sanitario era fácil de cobrar, pero se topó con los juzgados y acabó creando más problemas que soluciones. Ahora a uno de los ministros se le ocurrió la idea de cobrar un impuesto a las malvadas empresas eléctricas, para utilizarlo como bono de transferencia barato. El vicepresidente le había advertido que eso no era cierto y que era errático, pero la idea saltó al ojo público.
Las eléctricas no van a evitar aumentos de impuestos, esa es la historia. Aunque lo que ha hecho este gobierno, por ahora, es bajar esos impuestos o subsidiar sus productos. Los impuestos sobre un artículo finalista parecen buenos impuestos, pero son arbitrariamente vanos y tienen poco que mostrar a cambio. Se divierten sin aumentar los ingresos; populismo barato.
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