La NASA crea un telescopio espacial de un kilómetro para explorar el universo temprano
En un ambicioso salto hacia desentrañar los misterios cosmológicos del universo primitivo, el Instituto de Conceptos Avanzados (NIAC) de la NASA se ha embarcado en un proyecto pionero que promete traspasar los límites de la astrofísica. Esta iniciativa, liderada por Davide Guzzetti en Auburn, está desarrollando un radiotelescopio de un alcance sin precedentes, capaz de desplegar su compleja red de antenas de radio en el propio vacío del espacio. La piedra angular tecnológica de este esfuerzo radica en el uso de polímeros inteligentes y autoplegables, diseñados para desplegarse en un patrón helicoidal preciso, creando así un dispositivo a escala kilométrica para observar objetos celestes.
El objetivo general de este gigante espacial es detectar la elusiva señal de 21 cm, un susurro de la infancia del universo, que irradia el hidrógeno primordial. Esta débil señal contiene la clave para decodificar la misteriosa era que apareció después del Big Bang y precedió al evento cósmico conocido como la era de la reionización. Desde la Tierra, la búsqueda para capturar esta señal está plagada de desafíos, ya que la ionosfera de nuestro planeta y las rampantes emisiones de radio artificiales ahogan la débil melodía celestial.
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Los enfoques tradicionales para evitar estos obstáculos terrestres han incluido propuestas para un telescopio lunar o una constelación de observatorios espaciales individuales. Sin embargo, estos conceptos requieren una infraestructura lunar sofisticada o luchan con la complejidad de mantener una formación estable de telescopios aislados en medio de la inmensidad del espacio. Por otro lado, el proyecto financiado por el NIAC ofrece una solución innovadora que combina la flexibilidad de los materiales inteligentes con la precisión de la interferometría, aliviando así la necesidad de construir lunas o de complejos algoritmos de posicionamiento.
En el centro de la estrategia de despliegue del telescopio se encuentran las «bisagras de tinta», diseñadas precisamente para plegarse a temperaturas predeterminadas. Al exponerse al calor del sol, estas bisagras se activan, permitiendo que las antenas se expandan con gracia hasta alcanzar la configuración en espiral prevista. Este ingenioso mecanismo, detallado en un artículo de 2021, representa un gran paso adelante en la tecnología de exploración espacial, aunque los detalles sobre las fases posteriores del proyecto siguen sin especificarse. Si bien los polímeros inteligentes y versátiles tienen potencial para innumerables aplicaciones, la visión de un telescopio espacial masivo continúa cautivando a la comunidad astronómica.
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Las incursiones de la NASA en el universo no se limitan a esfuerzos teóricos. El Telescopio Espacial Fermi de Rayos Gamma de la agencia orbita nuestro planeta, escaneando sin parar el cielo en busca de radiación gamma procedente de fenómenos cósmicos como galaxias brillantes, restos de supernovas y púlsares. Es un proyecto cooperativo internacional que encarna el espíritu de cooperación global en la exploración espacial. Mientras tanto, la NASA está mejorando sus capacidades de comunicaciones en el espacio profundo a través del proyecto Comunicaciones ópticas en el espacio profundo (DSOC). Un logro histórico reciente fue la transmisión de vídeo a la Tierra desde una distancia sin precedentes de 31 millones de kilómetros, transmitido a una sorprendente tasa de bits de 267 Mbps. Estos avances presagian una nueva era de comunicaciones interplanetarias, que es vital para el éxito de futuras misiones tripuladas a Marte y al universo más amplio.
Al grupo de centinelas celestes de la NASA se suma el Telescopio Espacial James Webb, que se lanzó el día de Navidad de 2021. Ya ha regalado a la humanidad imágenes y datos impresionantes, que revelan secretos cósmicos que abarcan la historia cósmica. Estas observaciones preliminares, una selección colaborativa de representantes de diferentes agencias espaciales, demuestran la versatilidad de los instrumentos científicos de última generación de Webb, consolidando su posición como el principal observatorio científico espacial.
A medida que se levanta el telón de estos dramas celestiales, queda claro que los proyectos innovadores de la NASA, ya sea el radiotelescopio de un kilómetro de NIAC o los avances en comunicaciones de DSOC, trazan un futuro en el que los secretos del universo están a nuestro alcance. El viaje de captura de señales de 21 cm, aunque todavía lleno de incertidumbres, es un testimonio de la insaciable curiosidad de la humanidad y nuestra incesante búsqueda por comprender nuestro lugar entre las estrellas.
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